13 septiembre 2007

LA DESESPERACIÓN

Me gusta ver el cielo
con negros nubarrones
y oir los aquilones
horrísonos bramar,
me gusta ver la noche
sin luna y sin estrellas,
y sólo las centellas
la tierra iluminar.
Me agrada un cementerio
de muertos bien relleno,
manando sangre y cieno
que impida el respirar,
y allí un sepulturero
de tétrica mirada
con mano despiadada
los cráneos machacar.
Me alegra ver la bomba
caer mansa del cielo.
e inmóvil en el suelo,
sin mecha al parecer,
y luego embravecida
que estalla y que se agita
y rayos mil vomita
y muertos por doquier.
Que el trueno me despierte
con su ronco estampido,
y al mundo adormecido
le haga estremecer,
que rayos cada instante
caigan sobre él sin cuento,
que se hunda el firmamento
me agrada mucho ver.
La llama de un incendio
que corra devorando
y muertos apilando
quisiera yo encender,
tostarse allí un anciano,
volverse todo tea,
y oir como chirrea
¡qué gusto!, ¡qué placer!
Me gusta una campiña
de nieve tapizada,
de flores despojada,
sin fruto, sin verdor,
ni pájaros que canten,
ni sol haya que alumbre
y sólo se vislumbre
la muerte en derredor.
Allá, en sombrío monte,
solar desmantelado,
me place en sumo grado
la luna al reflefar,
moverse las veletas
con áspero chirrido
igual al alarido
que anuncia el expirar.
Me gusta que al Averno
lleven a los mortales
y allí todos los males
les hagan padecer,
les abran las entrañas,
les rasguen los tendones,
rompan los corazones
sin de ayes caso hacer.
Insólita avenida
que inunca fértil vega,
de cumbre en cumbre llega,
y arrasa por doquier,
se lleva los ganados
y las vides sin pausa,
y estragos miles causa,
¡qué gusto!, ¡qué placer!
Las voces y las risas,
el juego, las botellas,
en torno de las bellas
alegres apurar,
y en sus lascivas bocas,
con voluptuoso halago,
un beso en cada trago
alefres estampar.
Romper después las copas,
los platos, las barajas,
y abiertas las navajas,
buscando el corazón.
oír luego los brindis
mezclados con quejidos
que lanzan los heridos
en llanto y confusión.
Me alegra oír al uno
pedir a voces vino,
mientras que su vecino
se cae en un rincón,
y que otros ya borrchos,
en trino desusado,
cantan al dios vendado
impúdica canción.
Me agradan las queridas
tendidas en los lechos
sin chales en los pechos
y flojo el cinturón,
mostrando sus encantos,
sin orden el cabello,
al aire el muslo bello...
¡Qué gozo!, ¡qué ilusión!

(Atribuida a José de Espronceda)

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9 Comments:

Blogger Susana said...

uff me has puesto el pelillo de gallina...q lo sepas, por cierto, gracias por tu apoyo, eres un pececito muy dulce, besos su

11:13  
Anonymous Anónimo said...

Hombre susana por aqui... jeje es la amiga de mi madre, juas, (viene por casa)
Que poema mas chuli.

11:39  
Blogger Lara said...

Uissss... que poético estás hoy ;)

12:00  
Blogger Luis Amézaga said...

A mí me gusta emitar gases contaminantes por vía rectal y no lo voy escribiendo por ahí.

12:45  
Blogger clipper said...

Uooo! Te ha dado por la poesia? A mi me gusta^^
Muy buena elección!

15:11  
Blogger pez said...

susana a mi también me dio esa sensación.

espineli me ha gustado como retrata todo eso terrible disfrutando y en primera persona.

lara y cliper alguna vez me da por soltar estas cosas eso si alguna vez nada más.

luis eso si que es desesperante y no lo digo porque no lo sueltes aquí que no hace falta que te molestes.

15:45  
Blogger carmncitta said...

ju que mal rollo.

17:21  
Blogger Jose said...

Que brutos son estos Rusos!! Vaya petardos que hacen!!

Mas les valdria usar la polvora para otra cosa... Que se fijen en Las fallas leches!!

18:24  
Blogger Esscarolo said...

Jope, para que luego digan de Dart Vader, ¡que lado tan oscuro!

21:22  

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