EN EL METRO

Enfrente mio tengo a una persona que va dormida ha reventado por el cansancio después de hacer todas las horas extras posibles para intentar mantener a esos dos pequeños desconocidos que ve por su casa los días que no trabaja.

A mi lado van una pareja que rondaran los setenta y pico ellos miran a otra pareja de jóvenes que por algún extraño motivo deben ser unos siameses unidos por una sola boca, la mujer les mira con emvidia en parte porque ella siempre quiso que alguien la demostrase lo que siente así en medio de la gente sin importarle que les viesen y por otra piensa que hubiese pasado si hubiese podido aprovechar esa gran oportunidad que tuvo que dejar pasar porque ya estaba casada, al menos quien se sienta a su lado es algo a lo largo de los años.

Escucho como se acerca un músico ecuatoriano tocado esa canción que aprendio hace unos años en Bogota cuando trabajaba en un despacho de abogados y era recibido con una gran sonrisa por parte de su secretaria ahora solo le queda ir tocando está canción mientras busca un trabajo en la construcción sin que les importe que es ilegal, él sonrie a una azafata cuando ella le da un euro y ella sigue pensando que le queda menos de un mes para que vuelva a terminar su contrato de seis meses y aun no ha encontrado nada hasta que no la vuelvan a contratar de azafata por seis meses.

Yo miro por la ventana mientras calculo que aún me quedan 25 minutos para coger el coche y si no pasa nada otra media hora para llegar a casa y con un poco de suerte hoy conseguire verte despierta sino tendre que afinar el oido para escuchar como te levantas y desearte que te lo pases bien en el trabajo y tu con una sonrisa me digas "si claro, ni te lo imaginas".